Mostrar agradecimiento en todo momento por todos nuestros episodios de
vida nos traerá grandes beneficios, que tal vez no los percibimos por mal
manejo de nuestro carácter, pero han sido gratificados para nosotros por parte
de Olódùmarè, Ifá y nuestros prójimos. Demostrar una falta de gratitud por
cualquier cosa que se haya hecho para nosotros podríamos encontrarnos en una situación
donde la ingratitud no sería tolerada y puede ser referido al lugar donde sus
gritos de asistencia sean ignorados o manejados con ligereza. Ifá también dice es
necesario saludar y alabar a Olódùmarè y a Ifá todos los días en la mañana, por
todas las cosas buenas que ha recibido en la vida y pedir mas cosas buenas. Si
esto lo hacemos como una práctica habitual jamás experimentaremos falta de las
cosas buenas de la vida, de lo contrario tendremos una vida triste y
preocupada.
Ifá dice que es
cuando amanece que nos saludamos el uno al otro
Fallar en saludarnos es
igual a mantener la malicia
Negarse a saludar
significa mantener malicia con tal persona
Esto emitió Ifá por
Olúrómbí
Quien despierta
temprano en la mañana
Y declaró que nunca
saludaría a IFÁ de nuevo
Al preguntarle por
qué
Respondió que siguió
a Ifá mucho tiempo
Pero su Ifá no era de
beneficio para ella
Òrúnmilà despertó
temprano en la mañana
Dijo “buenos días a
ti Olúrómbí”
Olúrómbí respondió
con “hùn-ùn hun-un”
Òrúnmilà dijo
“Olúrómbí, ¿por qué murmuras y gruñes?” (…)
Olúrómbí respondió
que era porque no hijo propio
Òrúnmilà respondió
que el hijo no estaba con el
Le pidió que viera a
Ìròkò Olúwéré
Y pedir su bebé
Le aconsejó ofrecer ebo
Ella cumplió
Èsù Òdàrà la acompaño
a visitar a Ìròkò
Ahora, Olúrómbí o,
por favor apóyame
O Ìròkò, por favor
ten piedad y se indulgente de mi condición
Muchas personas
prometieron cabras
Sus delgadas cabras
Otros prometieron
ovejas
Sus robustas ovejas
Pero Olúrómbí,
prometió su hijo
Su hijo de tez clara
como aceite de palma recién preparado
Olúrómbí, receptor de
bebé
E Ìròkò, receptor de
bebé
En poco tiempo, no
muy lejano
Únete en medio de la
felicidad
Ven y mira todo Ire
en la vida.
Olúrómbí fue seguidora de Ifá por un tiempo. En cierto punto, se negó
a saludar a Ifá. Òrúnmilà, al darse cuenta de esto, visitó a Olúrómbí temprano
en la mañana para saludarla. Ella respondió con quejas. Òrúnmilà le preguntó
por qué se quejaba, ella respondió que después de seguir a Ifá por tanto
tiempo, no tenía riqueza para demostrarlo. Òrúnmilà vio la oportunidad
de prepararle hierbas que hacían a la gente rica. Se hizo muy rica, pero
todavía se negaba a demostrar su gratitud con Ifá.
Posteriormente Òrúnmilà, al darse cuenta que Olúrómbí se negaba a
demostrar gratitud por haberse casado, se le acercó de nuevo y la saludó.
Olúrómbí respondió con quejas. Cuando
Òrúnmilà preguntó por qué se quejaba, respondió que se le hacía imposible
tener un esposo responsable y de su elección. Un trabajo de Ifá apropiado
fue preparado para ella, y como resultado se convirtió en una exitosa esposa.
También se convirtió en la envidia de otras esposas y solteronas. Sin embargo,
Olúrómbí se negó a agradecer o demostrar gratitud a su Ifá que hizo todo esto
posible para ella.
Luego de que IFÁ lograra hacer de Olúrómbí una mujer próspera,
felizmente casada, aún se negaba a agradecerle, mostrar aprecio o dar gracias a
Ifá por todo lo que había hecho por ella. Pero para demostrar que Ifá no le
guardaba rencor y que no guardaba malicia, Òrúnmilà siguió visitándola temprano
para saludarla. Como siempre, respondió murmurando y quejándose. Respondió que
era porque no tenía casa propia. Òrúnmilà le preparó algunas hierbas, y en poco
tiempo se convirtió en la dueña de una enorme mansión. Después de erigir y
completar su edificación, se negó a agradecer a Ifá o demostrar alguna forma de
gratitud.
Òrúnmilà se dio cuenta que luego de haberse asegurado una casa propia,
Olúrómbí aún se negaba a agradecer a Ifá. Fue a saludarla temprano en la
mañana. Olúrómbí se quejó y aclaró que su negación en agradecer a Ifá era por
no tener un hijo propio. En este momento Òrúnmilà dijo que tenía algunas
preguntas que responder. Òrúnmilà le hizo las siguientes preguntas:
1. Cuando te quejaste de no tener dinero, te hice
próspera mas allá de lo que podías imaginar, ¿regresaste para agradecerlo o
mostrar gratitud?” Preguntó Òrúnmilà. Ella respondió que no lo hizo.
2. Cuando te quejaste de no tener esposo, hice lo
posible para que tuvieras el esposo de tus sueños. Te convertiste en la envidia
de todas. Todas rezaban por tener un esposo como el tuyo. ¿No fue así?” “Fue
así”, respondió Olúrómbí. “¿Regresaste para agradecerlo o mostrar gratitud?”
“No, nunca lo hice”, respondió Olúrómbí.
3. Cuando te quejaste de no tener casa propia, Ifá hizo
lo posible para erigir la mansión más grande de tu entorno. ¿No fue así?”
Preguntó Òrúnmilà. “Fue así”, respondió Olúrómbí. “¿Regresaste para agradecerlo
o mostrar gratitud a Ifá y Olódùmarè que lo hicieron posible?” “No, no lo
hice”. Respondió Olúrómbí.
Entonces, Òrúnmilà declaró que ella era la persona que nunca supo cómo
demostrar gratitud por las buenas acciones hechas por ella. Por esta razón,
Òrúnmilà le dijo su hijo no estaba con el. “Si necesitas un hijo, ve y ruega en
el hogar de Ìròkò Ogbó Olúwéré”.
Ifá le dijo que conocería muchas otras personas que han ido por
solicitudes similares. La única condición era que necesitaba hacer un solemne
pacto con Ìròkò Ogbó luego de recibir lo que han pedido.
Le dijeron que debía mencionar cualquier cosa que sabía que sería
capaz de redimir como pacto, sin importar cuan pequeña sean. Òrúnmilà le
advirtió que no exhibiera el tipo de actitud que había demostrado con el. Con
eso, fue despachada.
Cuando Olúrómbí llego al altar de Ìròkò, conoció muchas mujeres
haciendo sus solicitudes. “Ìròkò, si me das un hijo, estaré aquí el próximo año
para darte una gran carnera”; “Ìròkò, necesito un hijo, si me lo das, vendré el
próximo año para darte una gran chiva”; “Ìròkò, la familia de mi esposo ha
planeado desaparecerme porque no puedo concebir un hijo, si me das un hijo,
traeré una gran gallina el próximo año en la misma época”; “Gran Ìròkò, árbol
en la tierra, Deidad en el cielo, mi hogar está siendo amenazado porque no
puedo darle un hijo varón a mi esposo. Hazlo posible para mí y así poder darle
un hijo antes que cualquier otra mujer. Si haces esto por mi, te daré un gran
carnero de cuernos retorcidos el próximo año. Estas eran algunas de las
solicitudes que escuchó Olúrómbí de otras mujeres. Sin embargo, no creía que
Ìròkò fuera capaz de cumplirlas. Cuando llegó su turno de hacer su solicitud,
ella dijo: “Ìròkò, he venido para que me des mi bello hijo. Si me das este
hijo, vendré el próximo año a sacrificar al niño como gratitud”. Todas la
miraron sorprendidas y conmoción. Le aconsejaron que hiciera otra solicitud
pero se negó. Ìròkò le dijo que pensara bien su solicitud y ella respondió que
dijo lo que tenía en su mente. Todas se dispersaron.
Al mes siguiente, quedó embarazada. Diez meses después, dio a luz a un
hermoso bebé varón. Era el bebé mas hermoso de toda el área. Era de tez clara,
fuerte, saludable y feliz. El mismo Èsù Òdàrà lo cuidaba. El bebé se convirtió
en el bebé de toda la comunidad y todos lo amaban.
Sin embargo, al llegar el momento de cumplir la promesa que Olúrómbí
había hecho, no podía dormir. Lloraba todos los días en todo momento. Dijo que
nunca supo lo que Ìròkò podía hacer por ella. Pensó que no podría tener el
bebé. Su razón era que Òrúnmilà sabía que ella era estéril y por ello la
refirió a Ìròkò. Ahora que había tenido su bebé, no podía pensar en perderlo.
Se llenó de valentía y fue a una consulta de Ifá.
En la casa del Babaláwo, le dijo que presentaba ese dilema por no
saber como demostrar apreciación y gratitud cuando alguien hacía algo bueno por
ella. Sin embargo le aconsejaron ofrecer ebo lo cumplió inmediatamente. Èsù
Òdàrà se ofreció a acompañar a Olúrómbí, ya que el día sería muy amargo para
ella.
En el altar,
Olúrómbí vio a todas las mujeres que había conocido el año anterior cumpliendo
sus promesas. Fueron con gallinas, cabras, ovejas, carneros, machos cabrios,
palomas, comida e Ìròkò lo recogía todo. Ìròkò veía a Olúrómbí con desprecio.
Al llegar su turno, con la tristeza mas profunda, Olúrómbí se arrastró por el suelo rogándole a Ìròkò de tener misericordia en ella.
Ella dijo que solo era feliz por su bebé. Ìròkò, en vez de mostrar compasión,
demostró mas desprecio hacia ella. Ìròkò le dijo que nadie la obligó a hacer
esa promesa. Eso fue lo que prometió que llevaría si se cumplía su deseo de
tener un hijo. Una promesa, insistió Ìròkò, es una promesa. Ìròkò dijo que el chivo que había llevado era inaceptable. Olúrómbí lloró y lloró. Ìròkò no
cedió. En ese momento, Èsù Òdàrà le pidió el bebé a Olúrómbí. Así lo hizo. Le
pidió el chivo. También lo hizo. Èsù Òdàrà le prometió a Ìròkò que el bebé
sería sacrificado y se le daría la cabeza. Ìròkò respondió que sería
aceptable. Èsù Òdàrà sacó el cuchillo
que Olúrómbí ofreció como parte de su ebo. Colocó al bebé sobre el suelo y al
mismo tiempo al chivo al lado de el. Èsù Òdàrà astutamente escondió y pasó el
bebé a la madre y sacrificó al chivo. Envolvió la cabeza del chivo en un paño
blanco y se la dio a Ìròkò. Ìròkò aceptó el paquete. Al desenvolverlo,
descubrió que contenía la cabeza del chivo. Ìròkò protestó. Èsù Òdàrà respondió
que nadie recolecta una cabeza dos veces. “¿Por qué no miraste bien el paquete
antes de aceptarlo como promesa?”