La honestidad
(Del latín
honestitas) o también llamado honradez es el valor de decir la verdad, ser
decente, recatado, razonable, justo y honrado. Desde un punto de vista
filosófico es una cualidad humana que consiste en actuar de acuerdo como se
piensa y se siente. Se refiere a la cualidad con la cual se designa a aquella
persona que se muestra, tanto en su obrar como en su manera de pensar, como
justa, recta e íntegra. Quien obra con honradez se caracterizará por la
rectitud de ánimo, integridad con la cual procede en todo en lo que actúa,
respetando por sobre todas las cosas las normas que se consideran como
correctas y adecuadas en la comunidad en la cual vive.
La
honestidad es una cualidad humana que consiste en comportarse y expresarse con
coherencia y sinceridad, y de acuerdo con los valores de verdad y justicia. En
su sentido más evidente, la honestidad puede entenderse como el simple respeto
a la verdad en relación con el mundo, los hechos y las personas; en otros
sentidos, la honestidad también implica la relación entre el sujeto y los
demás, y del sujeto consigo mismo.
Dado
que las intenciones se relacionan estrechamente con la justicia
y se relacionan con los conceptos de "honestidad" y "deshonestidad",
existe una confusión muy extendida acerca del verdadero sentido del término.
Así, no siempre somos conscientes del grado de honestidad o deshonestidad de
nuestros actos: el auto-engaño hace que perdamos la perspectiva
con respecto a la honestidad de los propios actos, obviando todas aquellas
visiones que pudieran alterar nuestra decisión.
Ifá
dice que todos los actos, buenos o malos, ciertamente se limpiaran en el que
los hace. Si hacemos el bien, seremos recompensados con el doble de lo que
hicimos, si hacemos el mal, solo podemos esperar que el mal caiga dos veces
sobre nosotros.
Ifá
nos aconseja e impulsa para que cambiemos de los malos actos a la honestidad.
De cualquier manera, existe líneas guía para hacer esto. Ifá dice que los pasos
a seguir son muy simples y deben de seguirse. No hay ningún atajo.
1. debemos de reconocer que
hemos ido mal
2. debemos de llenarnos de
remordimiento por nuestros malos pensamientos, palabras y obras
3. debemos de estar
convencidos de querer cambiar del mal al bien
4. debemos de confesar
nuestros malos pensamientos actos y obras a aquellos que han sido víctimas de
estos
5. debemos de estar
convencidos de no querer tener malos pensamientos, actos y obras nuevamente
Un ejemplo clásico puede ser
en Òfún-Òdí. En este canto Ifá dice:
Apretaste
los músculos del ano y tuviste flatulencias
(para
suprimir el ruido)
Fallaste
al apretar los músculos del ano y tuviste flatulencias
(para
hacer el ruido más fuerte)
Después
de cometer un mal acto
Te
negaste a disculparte
Le
reclamaste a cualquiera que quiso enfrentarte
Hiciste
un esfuerzo desesperado de justificar lo injustificable
Estas
fueron las declaraciones del oráculo para una madre que tiene un hijo
Que
estaba viajando para hacer negocios en el mercado de
Èjìgbòmekùn
Reza,
admite que la flatulencia de ayer
La
tuviste tu No tu hijo La tuve yo
Yo tuve
fuertes flatulencias
Oh, que
ruido tan fuerte hice Soy yo quien tuvo flatulencias
Ciertamente
no fue mi hijo
Soy yo
quien tuvo flatulencias
LA
HISTORIA VA ASÍ:
La
mujer en cuestión planeó ir y hacer negocios en el mercado de Èjìgbòmekùn. Este
mercado estaba situado en un lugar cercano al viejo Òyó. Ella mandó y consultó
al oráculo. El Bàbáláwo le dijo que sus negocios serían exitosos, pero le
advirtieron que no mintiera en contra de las almas inocentes, ofreció un
sacrificio por el éxito de sus negocios pero falló al seguir la advertencia del
Bàbáláwo. En el mercado, ella tuvo flatulencias, la primera vez, cuando los
demás percibieron el olor, ella dijo que había sido su hijo. La segunda y la
tercera vez otra vez dijo que era su hijo el que tenía flatulencias y no ella.
La cuarta vez la flatulencia fue tan fuerte que todos indignados dirigieron su
atención hacia ella. En vez de admitir su culpa, empezó a darle nalgadas al
niño. Aquellos que estaban presentes le dijeron que la flatulencia había sido
muy fuerte como para venir de un niño. En vez de sentirse mal, empezó a
reclamarles que ella era la dueña del niño y que sabía lo que podía hacer y que
no era de su incumbencia. Después dijo que ella era libre de hacer lo que
quisiera con su hijo y que las nalgadas le enseñarían una lección que
difícilmente olvidaría. El niño empezó a llorar. Poco después el niño tenía una
fiebre muy alta. Fue ahí cuando recordó que era su único hijo y que no le era
posible tener otro bebé. Estaba aterrada y confundida. En este estado volvió
con el Bàbáláwo.
El
Bàbáláwo le dijo que le había hecho daño a su hijo. El Awo se hizo algunas
preguntas y las respuestas fueron las siguientes: 1. El Bàbáláwo le preguntó
que el reconocía o no que le había hecho mal al niño. Ella respondió
afirmativamente. 2. Le preguntaron si sabía o no que no debió hacer eso. Ella
respondió afirmativamente. 3. le preguntaron si estaba lista o no para confesar
su mala acción, yendo al mercado a anunciar a aquellos que estaban presentes
que la persona de las flatulencias era ella y no su hijo a quien culpó. Ella
respondió afirmativamente. 4. le preguntaron si estaba lista o no para no
volver al mal camino. Ella respondió afirmativamente. Ella hizo todo eso y su
hijo sanó. La vida de la madre también dio un cambio para ser mejor, se volvió más
feliz y gloriosa. Finalmente, en cualquier posición en la que nos encontremos,
debemos hacer el bien mostrando pena, justicia y honestidad.
fuente:
Chief Oluwo Solagbade Popoola
Wikipedia
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